Tal vez, hace mucho tiempo, en los principios de la humanidad uno de los primeros colectivos tenía reunidos a los miembros de los que se llamaría una sociedad organizada.
Estaban
los ancianos, que impartían sin egoismo conocimiento y justicia.
Derivado del conocimiento de los ancianos:
Estaban
los más fuertes dedicados a la conquista y defensa. Además estaban los
agricultores,
ganaderos y
pescadores. Algunos se dedicaban al
comercio para satisfacer la necesidad de extraños bienes. Otros eran
peleteros, luego
textiles. Cada uno aporta no solo su trabajo, sino nuevos conocimientos.
Pero
un hombre aprendió la oratoria del anciano, temió la fuerza del guerrero, repudió el esfuerzo del campesino y envidió la riqueza del comerciante.
Les ofreció la religión. Amenazó con dejar que devoren al sol. Solo el podía hablar con Dios. No solo reclutó al ejercito, todos le besaban la mano.
Yo también soy Jesús.