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La imposibilidad de las cosas

Es en función a tu deseo de conocer el interior de cuantas casas puedas que empiezas a madurar. Porque en el instante en el que deseaste entrar a la casa con chimenea, a esa de tres pisos o a la que encerraba en su interior el cuarto de la nena mas rica del barrio; en ese instante comienza en tu conciente un recuento rápido de todas las casa a las que en algún momento lograste entrar; y ¡ZAP! acabas de caer en cuenta de la imposibilidad de las cosas. Creciste/maduraste te diste cuenta que existen miles de casas a las que nunca podrás entrar.

Entonces empieza a trabajar algún mecanismo extraño que solo tenemos nosotros y que gracias a ese es que seguimos manteniendo humanidad, un mecanismo que motiva a todo TU a querer irrumpir en todas las casas, a querer rebuscar todos los cajones, ver todas las bragas, dormir en todas las camas, oler eyacular quedarte ahí parado… Buscas formas. Lo primero lo primero: dejar de perder tiempo; hacer amigos, mientras más amigos más casas y más amigos. Un solo amigo equivale a una casa entera para conocer y además mínimo otros tres amigos. Amigos igual (EQUAL) primer método, pero eso sirve hasta los catorce años, la obsesión por las casas continua pero ahora prefieres caderas en vez de amigos. Empieza el segundo método. Más caderas mas peluches sabanas blanquitas olor a limpio cds originales de música horrible cajones ordenados, camas… camas… camas nunca de una plaza.

Claro, tiene que colapsar. Sucede que siempre terminas encontrando a esa nena de 14 años que solo con permanecer sentada en el borde de su cama hace que te olvides de cualquier objetivo planeado para ese día, te olvidas de revisar la mesa de noche cuando ella va por refresco, olvidas el pijama, olvidas restregarte todo tu como lombriz sobre su cama. Todo comienza a devenir lentamente en un estado de latencia únicamente comparado con el que describe Freud ¡en el desarrollo sexual infantil! Vas aceptado, imaginando una vida sin nada más que ella sentada en la cama; derechito a tu infierno con una gran sonrisa y los dientes bien blanquitos.

Hasta que (al puro estilo de un deseo concedido por Samet: El duende de Arena. Ver http://www.geocities.com/duendesamed/samia5.htm?20065) aparece la nena que aparenta 17 y todo se resetea en tu cabeza, pero que buen reset ¿no es cierto?

Una ves más estamos en medio de todo y súper excitados, con un norte más marcado que nunca, ¡en negrita y subrayado! Basta que mires fijamente sus minilabios como toman coke (siempre pide coke) para olvidarte de aquella que te espera sentada en el borde de su cama y empiece a girar todo de nuevo: los cajones, la sala, el cuarto, la cama… No es humanamente posible que pase por delante de ti y no sientas lo rico que es cuando se te tiembla todo, la caja toráxica enterita. No se puede no imaginar todo.

Primer subpunto: Imposibilidad de las cosas. Los planteamientos a los que derivas son miles, y se van desplazando entre si en tiempos acelerados, no muchos duran mas de unas horas, hasta que te estancas. Estancado llegas a la posibilidad “clon”; como decía mi hermano: “deberíamos poder clonarnos para estar con todas las chicas del mundo, por que créeme que no quiero dejar de sentir esto, pero tampoco quiero sentir solo eso. Somos los únicos que podemos rechazar sentir algo, y como va de rápido todo, prefiero perder un meñique a dejar pasar eso otro, eso nuevo que te invade, que te freakea todo. Sentimientos nuevos. Por eso, un clon para cada uno, así puedes acaparar todo; pero a veces pienso que ni con estas, porque al final es el clon el que siente, tu no; a menos que se extirpe tu cerebro y lo pongan en una especie de in-vitro y a este cerebro original se le conecten los cerebros de todos los clones mediante algún sistema inalámbrico, entonces así si se podría sentir todo, y también…blablabla”

Segundo subpunto: Aceptación. Aceptas igual (EQUAL) determinas que las cosas se dan por ellas mismas, cuando alcanzan un punto en el que caen por su propio peso y en un estado en el que es inevitable detenerlas, se darán cuando se tengan que dar. Las casas serán visitadas cuando tengan que ser visitadas, los cajones rebuscados sabanas ensuciadas cds originales de buena música; querrás y dejaras de querer cuando se tenga que; y no dejaras pasar ninguna de estas cosas así tengas que abandonar otras, porque ya sabes de la imposibilidad de ciertas otras. Recuerda que nunca controlaste nada, ni las primeras casas a las que entraste.

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